Al igual que lo sucedido al inicio de su trasegar histórico, en las actuales circunstancias para el Instituto, los ámbitos rurales, nuevamente, se convierten en una cuestión central en el desarrollo de sus actividades misionales. Las nuevas circunstancias históricas, en efecto, vuelven a poner el mundo rural colombiano dentro de las principales preocupaciones sociales y gubernamentales por lo cual, se hace necesario tanto la experiencia histórica como la capacidad de respuestas de las instituciones. El Instituto asume que en los  momentos actuales este reencuentro con las comunidades rurales,  no solo se constituyen en una oportunidad sino también en la posibilidad de dar respuesta a su compromiso con las mismas, eso sí en unas circunstancias que revisten no solo mayor complejidad sino también urgencia, dado que se hace crucial ofrecer y desarrollar políticas, programas y acciones que permitan el reencuentro de las comunidades rurales consigo mismas y con sus tradicionales entornos de vida.

Ahora bien, para el Instituto es claro que como en antaño, su labor en los ámbitos rurales debe ser integral dado que los largos y complejos años de conflicto, violencia y penetración de prácticas productivas ilegales, dejaron como impronta dolorosos procesos de desplazamiento que desarticularon a las familias campesinas, degradaron sus relaciones socio-culturales, rompieron sus vínculos ancestrales con la naturaleza y debilitaron significativamente sus tradicionales prácticas productivas, por lo que se hace necesaria una acción tanto educativa como de extensión e investigación, que permita la restauración de esta forma de vida. El área geográfica, igual que antaño, serán los Departamentos de Norte de Santander, Santander y algunos de la Costa Atlántica, zonas geográficas en las cuales el Instituto dejo una significativa huella, lo cual deberá facilitar el desempeño de sus profesionales y sus estudiantes.

De otra parte, es claro para la institución que ello implica una acción en tres campos: Uno, orientado a la adopción institucional de un discurso sobre lo que significa la ruralidad en tiempos de globalización y los consiguientes desafíos que ello plantea, dicho discurso debe ser apropiado por todos los miembros del Instituto y debe visibilizarse en el actuar institucional. Un segundo, tiene que ver con la adecuación y creación de una propuesta formativa que permita la formación del talento humano que la atención integral de las comunidades rurales requiere para superar los problemas que ahora la aquejan y que, de igual forma permita crear una ruta de desarrollo para las mismas. Finalmente, un tercero, orientado a la realización de los programas y los proyectos que complementen la acción formativa, contribuyan a la formación de territorio y, a la vez permitan la articulación de la acción institucional, con otros organismos presentes en los entornos rurales.

En lo relativo al discurso institucional es importante observar que, atendiendo a la multiplicidad de elaboraciones sobre el particular, se hace importante una adecuada contextualización de este discurso pues su propósito central será atender tanto con pertinencia como con calidad los problemas, las necesidades y las expectativas de las comunidades rurales. En tal sentido, dicho discurso tendrá como mínimo los siguientes presupuestos:

a) Las comunidades rurales son formas y expresiones particulares de vida, cultura y desarrollo.
b) El propósito del desarrollo rural es y debe ser la formación integral del sujeto rural y la construcción de un horizonte de vida consensuado con autonomía y libertad, siendo su fundamento conceptual el Desarrollo Humano.
c) El territorio-naturaleza es también sujeto, dinámico y participativo, en la construcción de la propuesta de desarrollo.
d) La dinámica del tejido rural implica la permanente realización de prácticas de convivencia democrática y participativa.
e) Equidad, justicia, género, participación y sustentabilidad son criterios fundamentales en la construcción de convivencia y desarrollo.

Para el Instituto Superior de Educación Rural-ISER, por consiguiente, es claro no solo que el mundo rural colombiano atraviesa por una profunda crisis que ha afectado todas sus estructuras de vida y sus vínculos socio-territoriales, sino que también la educación está llamada a jugar un papel de suma importancia en el proceso de reconstitución integral de estas comunidades. Por ello mismo, debe volver a potenciar y renovar tanto su tradición educativa como su desempeño institucional, así como visibilizar su presencia en dichas comunidades, con una clara y fortalecida identidad institucional que dé dirección, coherencia y sentido a las acciones y proyectos que deberá desarrollar en dichos contextos. Esto es parte fundamental de lo que ha sido su responsabilidad histórica y que nuevamente debe asumir para que, junto con las demás instituciones presentes en el mundo rural, contribuya en la misión del hacer para que estas comunidades encuentren el sendero del desarrollo, la inclusión, la participación y el bienestar que merecen.